El show de las princesitas


Las princesitas herederas fueron un show aparte. Rubias como soles y vestidas las tres iguales de azul, como su madre Máxima y su abuela Beatriz, Catharina Amalia, de 9 años, Alexia de 7 y Arianne de 6 deslumbraron con su simpatía.
Ingresaron a la ceremonia de investidura por la alfombra azul de la Iglesia Nueva delante de su abuela, y la mayor, Catharina Amalia, llevaba de la mano a sus dos hermanas menores. Las tres saludaban a los ciudadanos entre sonrisas, con el típico movimiento, cálido pero medido de la realeza. ¡Wave, wave! ¡Saluden, saluden!, las alentaba su abuela.
Una vez en la ceremonia se ubicaron junto a su abuela (a las pequeñas le pusieron un banquito para que apoyaran los pies) y a Beatriz se la veía explicarle a la mayor, que será la sucesora de Guillermo, los detalles de la ceremonia con una sonrisa cómplice. Se las vio cantar el himno nacional con emoción y tras la investidura y el discurso de su padre aplaudieron con fervor. Pero, niñas al fin, en un momento se aburrieron y a Catharina incluso se la vio bostezar. Su abuela, sonreía. Nada estaba improvisado en la ceremonia. El día anterior habían ensayado con sus padres y su abuela.
Más temprano a la mañana, tras la ceremonia de abdicación de su abuela, las niñas habían aparecido en el balcón del palacio real para saludar a los holandeses. Junto a Beatriz, Guillermo y Máxima, las princesitas, entonces con vestidos de jacquard amarillo de diseño español, con moños al tono en el cabello, saludaron a la multitud mientras sonreían entre ellas y su mamá, que las miraba embelesada.
Catharina Amalia recibió el título de princesa de Orange y se convirtió formalmente en la heredera al trono. Si Guillermo fallece, Máxima o su tío Constantino serían nombrados regentes hasta que ella cumpla la mayoría de edad.




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